Io desenvainó su espada y la apuntó en dirección a Iván.
-No quiero hacerlo - dijo Io observándolo.
-No puedes hacer nada, más que pelear - dijo Iván chocando su espada contra la de Io - Negarás haber nacido, fenómeno.
La btalla comenzó con un suspiro, de tristeza y decepción.
Io había llegado a quere a Iván, tanto que le llamaba hermano. Ahora, sin saber cuanto rencor le guardaba Iván a ella, pelearía a muerte contra él.
Arsen quedó estático frente a la reñida pelea entre los presentes, estaba sorprendido de la habilidad que Iván tenía; estaba sobrellevando la gran fuerza y destreza de Io, una guerra tipo 1 y un ser del Ojo dorado.
-Como en los viejos tiempos - murmuró Iván a Io.
-Recuerdas que siempre te vencía - dijo Io defendiéndose de un ataque de Iván.
-Era suerte de principiante, además tenías la ventaja de ser un ser sobrenatural - dijo Iván - ahora se puede decir que estamos con fuerza y poder equivalentes.
-¿Qué quieres decir? - preguntó Io retrocediendo.
El cuerpo de Iván comenzó a irradiar una luz violacea y su ojo azulado derecho se convirtió en un verde fosforecente.
-Tenía que probar mi propia hipótesis - dijo Iván - y funciona.
-¡Pero qué haz hecho!- exclamó Io - no sabes cuales son los efectos de ese experimentos, podrías morir.
-Estoy dispuesto ha hacerlo con tal de llevar la paz a este decrépito planeta - dijo Iván - pero primero debo desacerme de aquello que se interpone entre el destino de este mundo y la paz. Pagarás tus pecados y seré testigo de que sufras hasta que ruegues la muerte.
-Pues si tanto anhelas matarme - dijo Io - hazlo.
Arsen abrió los ojos por aquella respuesta, quedó completamente atónito.
"¿Se rendira así de fácil?" pensó Arsen mirando incrédulo la situación.
-Me da gusto que aceptes tu culpa, eso hace más rápido todo este enredo - dijo Iván preparándose para atacar a Io.
La del Ojo dorado había esperado ese momento con tantas ansias que ya no le importaba en la forma en que iba a morir, lo único que le interesaba era que todo aquello sucediera rápido y sin dolor.
Iván agitaba su espada de un lado a otro, practicando el golpe en el punto clave para que muriera espedito.
Io cerró sus ojos y respiró profundamente, tiró su espada al suelo y esperó a que aquel ardor apareciera.
Un grito desgarrador se oyó como un eco en los pasillos vacíos de la organización, el suelo de la oficina presidencial estaba empapado en sangre que corría en todas las direcciones.
Iván observó sorpendido lo que había sucedido.
-Maldito... - murmuró Iván.
Arsen quien se encontraba tirado en el suelo, colocando ambas manos en su vientre tratando de detener, la inevitable, hemorragia.
-¿Qué has hecho? - dijo Io agachándose para ayudar a Arsen.
En aquel momento de distracción, Iván aprovechó para atravezar el pecho de Io.
La boca de la del Ojo Dorado empezó a salir sangre y al ver la espada de su hermanastro atravesando su torso, sonrió para sí misma.
-Si esta ha de ser mi última batalla, pues la terminaré victoriosa - dijo Io tomando su espada, que manchada por la sangre de Arsen, daba un sádico final.
Io movió su cuerpo, utilizando sus últimas fuerzas, cortando así ambas piernas de Iván, quien cayó directo al suelo.
-¡Maldita! - exclamó Iván mientras chillaba de dolor.
-Si moriremos aquí - murmuró Io, tratando de permanecer viva, mientras se arrastraba en dirección a Iván - moriremos con honor.
-¿Qué... tratas de hacer? - dijo Iván observando a Io alzar su espada y apuntando en dirección al corazón del rubio.
-Nos veremos en otra vida, hermano - seguido de ello Io clavo la espada justo en el corazón de Iván.
Io al no tener más fuezas cayó rendida al suelo.
Observó la tétrica imagen de Iván: sus ojos abiertos observando con espanto el techo, la espada clava en el pecho, y un chorrito de sangre cayendo lentamente en el vértice de sus labios.
-Gra...cias - murmuró Io en voz ahogada.
Arsen quien su vista se había nublado hace varios segundos tuvo la fuerza suficiente para reconocer la mano de Io y apretarla dentro de la suya.
-No dejaré que mueras... - dijo Arsen citando sus propias palabras - pero si mueres, yo moriré contigo.
-Aun... sigues creyendo... que soy un ángel - dijo Io sin quitar su vista de Iván.
-Eres mi ángel... de eso estoy seguro - dijo Arsen.
Io sonrió mientras cerraba los ojos.
Aquella frase había reconfortado años de sufirmiento y rencor, había sanado aquel odio que había demacrado su corazón lentamente.
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