La misión
Alrededor de una mesa redonda estaban tres guerreros, cada uno mirando fijamente a los otros.
-¿Qué crees que pase? - preguntó Lorak. Una chica alta, de ojos verde caña, cabello corto; con un sable en su espalda - ¿Nos mandarán nuevamente tras los seres del Ojo Dorado?
-Quizás sea una opción - dijo Shen, un joven de cabello largo y negro - esos alienígenas... Los mataré a toda costa, lo juro.
-Estás hablando mucho Shen. Si mal no recuerdo uno de ellos te hizo la cicatriz que tienes en el ojo derecho y también a Lorak en su mejilla izquierda - dijo Menfis - No son fáciles de derrotar. Si no hubieramos tenido de nuestro lado a Io, tal vez hubieramos muerto.
-Todos sabemos que Io es la guerra tipo 1 - dijo Lorak levanándose y empezando a caminar. Desenvainó su espada y empezó a agitarla con destreza - por eso es la líder. Sin embargo, a veces piensa en solo ganar la batalla y no se da cuenta que en el combate hay más vidas en riegos.
-Lorak, estás siendo egoísta - dijo Menfis - si ella no hubiera detenido a la chica de ojo dorado, ya que casi te derrota con sus siete espectros, estuvieras en estos momentos bajo tierra.
-Creoq ue subestimamos a Io - dijo Shen - es realmente poderosa.
-Exacto - dijo Lorak - ¿De dónde saca tal poder? No he oído ninguna historia sobre ella. Cada uno de nosotros pasamos vidas terribles, una infancia desastroza, pero ella. Ella no tiene nada que contar.
-Sea cual sea su historia, es la mejor - dijo Menfis - y es mejor que estemos de su lado.
La puerta de la habitación se oyó abrirse.
Del umbral apareció una chica alta, de cabellera negra y larga, la piel blanquísima y ambos ojos azabaches. Su expresión era fría y silenciosa.
-Io - dijo Shen al ver a la chica.
-Ya tengo el informe de nuestra nueva misión - dijo Io poniendo una carpeta en el centro de la mesa.
-¿Dónde? - se limitó a decir Lorak.
-En la laguna oculta en las montañas de Yunasán - dijo Io - hay están ubicados los del Ojo Dorado.
-Esos dos rufianes - dijo Shen - los haremos papilla.
-No dos... Tres -aclaró Io - Uno de nuestros espías averiguó sobre la existencia de uno más, un hombre.
-¿Otro alienígena? - dijo Menfis con sarcasmo - ya nos hemos complicado mucho con la exitencia de dos.
-El informe dice que éste no está adiestrado, no sabe usar sus poderes y para mi lógica es un blanco fácil de derribar. El verdadero problema sería los otros dos - dijo Io.
-Io tiene razón, pero qué estrategia usaremos - dijo Menfis - esa chica fantasma le tengo un poquitín de miedito.
-¡Gallina! - dijo Lorak riendo - de esa me encargo yo. Tengo cuentas pendientes con esa fenómeno.
-¿Qué haremos con flashín? - dijo Shen - a ese no me molestaría darle su buena paliza.
-Tú y yo nos encargaremos del veloz, Shen - dijo Io - y Menfis, te encargo al novato.
-Bien - dijo Menfis.
-Partiremos mañana al alba - dijo Io retirándose de la habitación.
-Sigo diciendo que ese dicho está mal - recriminó Lorak - ¿quién fue el tonto que dijo "Al buen entendedor pocas palabras"? Yo a veces ni le entiendo a Io, parece esos cd's de instrcciones.
-Pues no es una chica de hablar mucho, pienso que ella es más de acción - dijo Shen - todo lo contrario a ti.
-Muy gracioso, eh, Shen - dijo Lorack golpeando la cabeza del pelinegro.
-¡Hey! Arruinas mi peinado - dijo Shen acomodandose su melena.
-Siempre pensé que nunca te peinabas - dijo Lorak - Iré a la cama, no quiero que Miss Number 1 me encuentre de malhumor.
-Quieras o no, siempre serás un ogro por las mañanas - dijo Shen riendo - y el resto de día - murmuró.
Lorak decidó ignorar lo último que había escuchado, se metió a su cuarto y cerró la puerta a golpe.
-Creo que la insultaste - dijo Menfis - Lorak parece el tipo de ruda.
-¡Qué va! - dijo Shen levantándose - vamos a ver como nos va en esta misión. Ojalá y nos vaya mejor que la vez pasada.
-Concuedo contigo - dijo Menfis.
Io estaba recostada en su cama, dormía silenciosamente, pero su mente estaba en una inquietud completa.
El momento se situaba en una cabaña en llamas. Gente corriendo de aquí para allá, huesos crugiendo en el suelo y el olor a carne carbonizada; era desesperante y espantoso.
Una niña estaba sentada al pie de un árbol, llorando. Nadie se percataba de ella y mucho menos intentaban salvarla, ya que todos, de alguna u otra forma, deseaban verla muerta, a aquel anómalo ser.
Los techos de las casa se colapsaban rápidamente y caían sobre las personas, quienes recogían sus pertenecias. Era horrible.
-Ayúdenme - murmuraba la niña entre jadeos.
Los gritos de las personas quemadas aumentaba cada vez más.
-Mamá, papá - murmuró la niña mirando los cadáveres de sus padres frente a ella.
La niña divisó con su ojo izquierdo de color azabache y su ojo derecho dorado, a una miltutud de personas extrañas con vestimentas negras y lineas rojas.
Pensó que eran rescatistas de una tribu cercana, pero no.
Al contrario, a los sobrevivientes le cortaban el cuello con un sable filoso y se aseguraban de que ninguna víctima saliera de allí con vida.
-Mira Jack - dijo uno de los hombres de negro a su compañero - ¿no es una ternura?
-Sí, Fred - dijo Jack mirando a la niña con malicia.
-¡Mamá!,¡Papá!¡Despierten! - gritó la niña agitando ambos cuerpos semi carbonizados.
Los dos hombres rieron a carcajadas.
-Papá, levántate, sálvame - se burló Jack - papito, ni mamita pueden hacer nada.
-Están muertos, lindura - dijo Fred cooperando con su compañero.
Se acercaron a la niña.
-¿por qué no te quitas la ropa? - dijo Jack sacudiendo el vestido manchado de sangre de la niña - Anda, haznos el favor.
La niña lloraba a gritos.
-¡Suéltame! - gritó la niña tratando de quitar las grandes manos de Jack.
Jack rió y empezó a desgarrar el vestido de la pequeña.
-¡No! - gritó ella empujándolo.
-Jack - intervino Fred al darse cuenta que no era un ser humano - es un ser del Ojo Dorado.
Jack lo miró hastiado.
-Entonces ella y yo formaremos una nueva especie de híbridos - dijo Jack desabrochándose el pantalón.
-¡No! - exclamó la niña tratando de librarse de aquel hombre.
Un caballo refinó atrás de aquellos hombres, un hombre que emitía autoridad con su presencia se bajó del auto y tomó al que le decían Jack por el cuello de la camisa.
-¡Qué demonios hacen! - gritó el hombre - cerdos.
La niña miró perdidamente al hombre quien se agachó para acomodarle su destrozado vestido. La tomó en sus brazos y subió a su caballo.
-Señores - dijo el hombre - nos vemos en la organización.
La visión de la niña empezó a hacerse borrosa, muchas luces estaban a su alrededor,al igual que muchas personas. Hablaban acerca de una droga. La tenían acostada en alguna cosa, pensó que era una camilla.
-Jeringuilla - dijo la doctora iyectando una sustancia extraña que le empezó a arder por todo el cuerpo, sentía el líquido correr en sus venas - Listo, litium insertado.
Un grito desgarrador oyó la niña. Parecía tratarse de su madre llamándola desenfrenadamente, pero no lograba verla.
-¡Io! - gritó la voz femenina repetidas veces - ¡Io!
El sonido del despertador hizo que aquel sueño se alejara, iban a ser las cinco y media.
-Maldición - gruñó Io por lo bajo antes de levantarse.
Se puso su uniforme. Aquel vestido negro con líneas rojas, que le causaba una triste nostalgia.
Salió a la hora acordada, puntual, como siempre.
Allí estaban, Menfis y Shen, listos para partir. En cuestión de segundos salió Lorak.
Todos se miraron y tomaron sus sables y los colocaron en sus espaldas.
-Esta vez - inició Io abriendo la puerta - los aniquilaremos. Hasta que mi cuerpo quede sin sangre.
-Sí - dijo Shen - acabaran en la tierra, bajo nuestros pies donde deben estar.
Lorak y Menfis asintieron.
Los cuatro guerreros emprendieron su viaje a la laguna oculta. Aquellos nombrados como los llamados de la luz nocturna no sobrevivirían esta vez. No lo harían.
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