Descripción

Muchas historias acerca una especie extinta de seres
sobrenaturales moreodeaba por los oídos de las poblaciones de los cuatro
sectores: las llanuras de Contoy, las montañas de Yunasán,el bosque de Jionil y
las cosas de Siepre. Les decían "Los llamados de la luz noctura" o "Los del ojo dorado".

jueves, 22 de marzo de 2012

Capítulo 14

Testigo de tu legado

Arsen abrió los ojos lentamente, su visión era borrosa así que parpadeó varias veces para poder distinguir dónde estaba y que era lo que estaba pasando.
Observó el techo de madera y olió la sazón del caldo que alguien cocinaba.
Trató de levantarse, pero no pudo. No podía sentir sus piernas; sin embargo, sientía un tremendo dolor en su vientre.
Él recordó que lo último que vio fue que una filosa espada trató de atravesar su vientre y el dolor que sintió era algo similar al que estaba sintiendo en esos momentos, pero con menor intensidad.
Se volvió a recostar, algo molesto.
Respiró profundamente, para volver a intentar levantarse.
Una voz conocida sonó levemente.
-Ya despertó - dijo Jessi acercándose para volverlo a acostar - aun no puedes levantarte, estás muy herido.
En escena apareció Blake y los demás Ghost Killers. Se veían golpeados y cansados.
-¿Qué pasó? - preguntó Arsen en un murmullo.
-Debes descansar - dijo Jessie tocando su frente con sutileza.
-Jessie - dijo Blake tomandola del hombro - es mejor que le contemos lo que ha pasado.
-Pero, Blake, él está muy débil - dijo Jessie.
-Ya ha pasado dos días - dijo Blake - está consiente y puede asimilarlo.
-¿Qué pasa? - volvió a preguntar Arsen.
Jessi agachó la cabeza y luego miró hacia su costado.
-No lo diré yo - dijo Jessie.
Arsen los miró extrañado.
-¿Qué sucede? - repitió Arsen.
Blake respiró profundo y pensó por unos momentos lo que iba a decir, o mejor dicho, cómo lo iba a decir.
-Mira Arsen - dijo Blake haciendo pausas largas al hablar - Es difícil decir esto y aun más duro... aceptarlo.
Lorak quien estaba presente soltó el llanto y hundiendo su cara en el pecho de su conpañero Menfis tratando de apagar la sonoridad de sus quejidos.
-Cuando nos reusamos a dejarlos allí, peleando solos, nos regresamos los Ghost Killers y yo. Jessie te llevaba hacia un lugar seguro. - dijo Blake tratando de sonar calmado.
-Tratamos de salvarla, pero fue demasiado tarde - dijo Blake - en parte... ella estaba demasiado débil.
Arsen confundido los miró a todos, para confirmar que lo que estaba pensando no era real.
-¿Quién? - preguntó Arsen.
Todos callaron por miedo a la reacción que Arsen pudiera tener.
-¡Quién! - exclamó Arsen.
-Io... - dijo Lorak con la voz quebrada.
Arsen los miró atónito, aunque esa reacción cambió drasticamente a una actitud de desesperación.
Arsen trató de levantarse, pero lo que hizo fue caerse de la cama, esto le causó un dolor indescriptible, dejando soltar un grito desgarrador.
-¡Maldición! - exclamó Arsen quejándose por el dolor.
Blake y Jessie dueron de inmediato a levantarle.
-¡Suéltenme! - gritó Arsen hamaqueándose para que lo dejaran en paz - ¡Lárguense!... ¡Lárguense!
Todos salieron lo más deprisa posible.
Arsen soltó por fin un llanto amargo que empapaba el suelo formando una corriente y un reflejo.
-¿Por qué no te salvé? - murmuró - ¡Debías vivir!... Daría lo que fuera para poder evitar esto.
Arsen alzó la cabeza.
Conjuntamente a su cama había otra con una sábana blanca y un bulto debajo de aquella clara tela.
Arsen se arrastró, aguantando el dolor de su herida, hasta llegar a ver lo que había sobre el colchón.
Arsen haló la tela blanca dejando al descubierto el pálidao e inerte rostro de Io.
Arsen acarició su rostro mientras repetía muchas veces "Vive".
Luego de algunos minutos, Arsen logró calmarse. Y dijo:
-No dejaré que mueras en vano - dijo Arsen en tono firme - el mundo conocerá lo que hiciste por ellos. Yo seré un testigo de tu legado.

viernes, 9 de marzo de 2012

Capítulo 13

Io desenvainó su espada y la apuntó en dirección a Iván.
-No quiero hacerlo - dijo Io observándolo.
-No puedes hacer nada, más que pelear - dijo Iván chocando su espada contra la de Io - Negarás haber nacido, fenómeno.
La btalla comenzó con un suspiro, de tristeza y decepción.
Io había llegado a quere a Iván, tanto que le llamaba hermano. Ahora, sin saber cuanto rencor le guardaba Iván a ella, pelearía a muerte contra él.
Arsen quedó estático frente a la reñida pelea entre los presentes, estaba sorprendido de la habilidad que Iván tenía; estaba sobrellevando la gran fuerza y destreza de Io, una guerra tipo 1 y un ser del Ojo dorado.
-Como en los viejos tiempos - murmuró Iván a Io.
-Recuerdas que siempre te vencía - dijo Io defendiéndose de un ataque de Iván.
-Era suerte de principiante, además tenías la ventaja de ser un ser sobrenatural - dijo Iván - ahora se puede decir que estamos con fuerza y poder equivalentes.
-¿Qué quieres decir? - preguntó Io retrocediendo.
El cuerpo de Iván comenzó a irradiar una luz violacea y su ojo azulado derecho se convirtió en un verde fosforecente.
-Tenía que probar mi propia hipótesis - dijo Iván - y funciona.
-¡Pero qué haz hecho!- exclamó Io - no sabes cuales son los efectos de ese experimentos, podrías morir.
-Estoy dispuesto ha hacerlo con tal de llevar la paz a este decrépito planeta - dijo Iván - pero primero debo desacerme de aquello que se interpone entre el destino de este mundo y la paz. Pagarás tus pecados y seré testigo de que sufras hasta que ruegues la muerte.
-Pues si tanto anhelas matarme - dijo Io - hazlo.
Arsen abrió los ojos por aquella respuesta, quedó completamente atónito.
"¿Se rendira así de fácil?" pensó Arsen mirando incrédulo la situación.
-Me da gusto que aceptes tu culpa, eso hace más rápido todo este enredo - dijo Iván preparándose para atacar a Io.
La del Ojo dorado había esperado ese momento con tantas ansias que ya no le importaba en la forma en que iba a morir, lo único que le interesaba era que todo aquello sucediera rápido y sin dolor.
Iván agitaba su espada de un lado a otro, practicando el golpe en el punto clave para que muriera espedito.
Io cerró sus ojos y respiró profundamente, tiró su espada al suelo y esperó a que aquel ardor apareciera.
Un grito desgarrador se oyó como un eco en los pasillos vacíos de la organización, el suelo de la oficina presidencial estaba empapado en sangre que corría en todas las direcciones.
Iván observó sorpendido lo que había sucedido.
-Maldito... - murmuró Iván.
Arsen quien se encontraba tirado en el suelo, colocando ambas manos en su vientre tratando de detener, la inevitable, hemorragia.
-¿Qué has hecho? - dijo Io agachándose para ayudar a Arsen.
En aquel momento de distracción, Iván aprovechó para atravezar el pecho de Io.
La boca de la del Ojo Dorado empezó a salir sangre y al ver la espada de su hermanastro atravesando su torso, sonrió para sí misma.
-Si esta ha de ser mi última batalla, pues la terminaré victoriosa - dijo Io tomando su espada, que manchada por la sangre de Arsen, daba un sádico final.
Io movió su cuerpo, utilizando sus últimas fuerzas, cortando así ambas piernas de Iván, quien cayó directo al suelo.
-¡Maldita! - exclamó Iván mientras chillaba de dolor.
-Si moriremos aquí - murmuró Io, tratando de permanecer viva, mientras se arrastraba en dirección a Iván - moriremos con honor.
-¿Qué... tratas de hacer? - dijo Iván observando a Io alzar su espada y apuntando en dirección al corazón del rubio.
-Nos veremos en otra vida, hermano - seguido de ello Io clavo la espada justo en el corazón de Iván.
Io al no tener más fuezas cayó rendida al suelo.
Observó la tétrica imagen de Iván: sus ojos abiertos observando con espanto el techo, la espada clava en el pecho, y un chorrito de sangre cayendo lentamente en el vértice de sus labios.
-Gra...cias - murmuró Io en voz ahogada.
Arsen quien su vista se había nublado hace varios segundos tuvo la fuerza suficiente para reconocer la mano de Io y apretarla dentro de la suya.
-No dejaré que mueras... - dijo Arsen citando sus propias palabras - pero si mueres, yo moriré contigo.
-Aun... sigues creyendo... que soy un ángel - dijo Io sin quitar su vista de Iván.
-Eres mi ángel... de eso estoy seguro - dijo Arsen.
Io sonrió mientras cerraba los ojos.
Aquella frase había reconfortado años de sufirmiento y rencor, había sanado aquel odio que había demacrado su corazón lentamente.